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El agro y la globalización: Miguel Sanchiz Jr.

  • Miguel Sanchiz Jr.
  • 22 dic 2016
  • 4 Min. de lectura

El Sector Agropecuario y la Globalización: Miguel Sanchiz Jr.

El problema del mundo rural es recurrente y tiene signos de deterioro que amenazan la convivencia social en el país. La inserción del sector agropecuario en el nuevo contexto de la globalización es un aspecto que no ha sido suficientemente estudiado y considerado por los actores políticos que definen la acción pública.


Generoso Pérez, economista del sector agropecuario panameño nos ilustra y nos hace recordar que antes de 1968 y un poco después, la agricultura de Panamá no tenía mucha importancia y los pocos agricultores que habían producían para sus provincias y, los más avanzados, lograban traer sus productos al Mercado del Terraplén. Todas las mañanas amanecía una o varias chivas gallineras con productos del interior, gallinas y queso blanco molido. Claro que había medianos y grandes productores, pero eran, fundamentalmente ganaderos, arroceros, con sistemas extensivos de producción. En esa época el Chase Manhattan Bank era, prácticamente, el único banco importante que financiaba, principalmente, a los ganaderos.


Según Pérez, Lo que sí había en esos años eran muchísimos campesinos sin tierra con ganas de producir. Había gran demanda de arroz, maíz, frijoles, hortalizas, carne, etc., que no podía ser satisfecha con la producción de la época. No había financiamientos blandos, muy poca asistencia técnica, servicios de maquinaria, semillas, ni técnicos.


En 1972 nació el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) y sus otras instituciones y empresas que, realmente, cambiaron la agricultura de Panamá. Aparecieron los famosos Asentamientos Campesinos, que hicieron buenos aportes al sector agropecuario, y, a pesar de que muchos no gustaban de ellos, dice el economista, que sus resultados fueron positivos. Un análisis que se presentó en el Gabinete Económico del presidente Guillermo Endara demostraba que ‘si se suma todo lo prestado a los asentamientos y se le resta la inversión recuperada en ese mismo periodo se verá que hubo un significativo saldo positivo’, sin considerar que se incorporaron miles de hectáreas y salieron miles de personas de la pobreza.


Hasta 1980, en Panamá se creía en la agricultura hasta que llegó ‘la famosa globalización’ y, esa agricultura pujante que había substituido muchas importaciones, se empezó a desinflar y a considerarla improductiva, subsidiada, no rentable, etc., a tal punto llegó que los propios viejos le recomendaban a sus hijos que se fueran a las ciudades a buscarse la vida porque la agricultura no tenía futuro. Ni los gobiernos más progresistas ya creían en la agricultura ni en los agricultores.


En el año 1990, luego de la invasión estadounidense a Panamá, ‘la agenda para el sector agropecuario estaba escrita en piedra', asegura el economista, quien prestó servicios por más de cuarenta años en el sector primario panameño.


De acuerdo con el experto, la agenda para el sector consistía en dejar todo en manos de la empresa privada. Esto implicaba traspasar, vender y permutar todas las empresas estatales al sector privado. La agenda para el campo proponía cerrar a Coagro, la Empresa Nacional de Maquinarias, los ingenios estatales, el Banco de Desarrollo Agropecuario (BDA) y otras empresas que apoyaban a los agricultores. Buscaba también eliminar los asentamientos campesinos, añade el investigador.


Esta agenda, impuesta por las instituciones financieras internacionales, involucraba abrir el mercado panameño a las importaciones de productos agropecuarios que ‘supuestamente eran muy eficientes y competitivos', pero la realidad resultó que estaban subsidiados por los otros países, sostiene Pérez.


Si se revisa el financiamiento del Banco de Desarrollo Agropecuario al sector agropecuario después de 1989, se podrá apreciar cuál era la política agropecuaria de los gobiernos de turno. El MIDA, en términos generales, era un lastre para la economía del país y las propias IFIS (BID, AID, BIRF) dejaron de creer en la agricultura panameña y empezaron a exigir y presionar al gobierno para que dejara de financiar el campo. Las IFIS crearon programas especiales para medianos y grandes ganaderos, dejando a un lado los programas a los micro y pequeños productores. Hicieron todo lo posible por cerrar el BDA y el IMA, que consideraban empresas estatales ineficientes y sin propósitos porque ya había muchos bancos, incluyendo al BNP, que daban financiamientos al Sector Agropecuario.


El BDA no era necesario y el IMA ya había terminado con su papel de intermediario de los agricultores. Las costosas instalaciones se fueron deteriorando porque al gobierno no le interesaba ni siquiera que existieran; es más, querían su rápida privatización. El centro de Acopio de Cerro Punta, donado por el Gobierno alemán, se dejó morir por falta de mantenimiento porque ese ya no era el papel del IMA.


Empezaron a desaparecer empresas multiplicadoras de semilla, el IDIAP se quedó estancado sin producir nuevas semillas, se cerró COAGRO, que ofrecía insumos técnicos a buenos precios, lo mismo pasó con la empresa de servicio de maquinaria, y, en pocas palabras, se desmanteló el sector agropecuario.


Hoy en el 2016, después de más de 30 años de tumbo en tumbo, los panameños no saben como se va a reflotar el sector agropecuario de Panamá.


Parafraseando al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump con su célebre frase “América Primero”, los panameños debemos frenar las importaciones en el sector agropecuario y poner de verdad a “Panamá Primero”.


El autor es asesor de comunicación

 
 
 

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